Caperucita Roja.

Un día la madre loba le mandó al lobo feroz ir a casa de su abuela para llevarle unos pasteles porque estaba enferma. El lobo feroz fue inmediatamente a la casa de su abuela, por lo menos empezó. En su camino se encontró con una niña que le preguntó:
- ¿Dónde vas?
- A la casa de mi abuela, está enferma.
- ¿Qué tienes en la cesta?
-Pasteles.
- ¿Dónde dijiste que ibas?
- A la casa de mi abuela.
- Sé un camino más corto que éste.
- Sí, ¿cuál?
- Por allí.- dijo la niña señalando un camino.
- Vale, gracias.
El lobo fue por el otro camino mientras la niña corrió hacia la casa de la abuela. Cuando llegó la puerta estaba abierta y la casa estaba vacía. Entró a la casa pero no había nadie. En la cama vio ropa y se lo puso. Le venía grande pero no había tiempo para cambiar porque el lobo feroz ya había entrado a la habitación. Se subió a la cama y le dijo a la niña (que creía que era su abuela).
- ¿Abuela, que te pasa?
-Tengo minitis.
-¿Eso qué es?
- Es cuando las manos, las orejas y todo se pone más pequeño.
- ¿Qué,cómo los humanos?
-Si.
En ese momento entro alguien a la casa.
-¿Hola? ¿Hay alguien?- preguntó.
-¿Abuela?- preguntó el lobo.
La abuela fue a la habitación.
-Espera, si tu eres mi abuela entonces,¿quién es ella?
-Yo soy Caperucita Roja.- dice la niña mientras se quita la máscara.
-¿Qué haces aquí?- le pregunta la abuela a la niña.
-Quería los pasteles, porque soy pobre y estoy hambrienta.
-¿Pues, porque no me lo dijistes antes?- preguntó el lobo feroz.
-Porque creía que no me las habias dado.- respondió Caperucita Roja.
-Tengo una idea, y si compartimos los pasteles.- dijo la abuela.
-Sí abuela, eso si que es una buena idea.- dijo el lobo feroz.
Y todos comieron los pasteles juntos.



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